42km: 50 minutos en carro, seco, o 2.5 horas en bus, mojado.
La segunda experiencia ocurrió a no más de un mes y medio de haberme iniciado en el mundo laboral, en ese entonces del 2011 trabajaba en San Rafael de Escazú. De Grecia a ese lugar no existe una ruta de bus, el sistema de transporte público en Costa Rica está diseñado para los residentes del GAM bajo la premisa: todo está en San José, por ende si usted tiene que ir de A a B, aunque la ruta más corta involucra no pasar por San José igual el viaje de A a B incluirá como escala la ciudad capital.
Esto no es problema usualmente, lo es cuando otros factores se suman a la ecuación.
Un miércoles muy lluvioso de septiembre terminó por desbordar, cual María Aguilar, todos mis criterios negativos sobre el transporte público. La ruta Escazú - San José la cubre una misma empresa de buses pero con dos recorridos finales una vez que llega a San José: uno termina en el parque de la Merced y el otro en la Terminal de buses La Coca-Cola (entiendo que ese nombre viene de la antigua fábrica de esa bebida que estuvo ahí en algún momento)
Justo a la vuelta de la esquina está la terminal de buses San José - Grecia, donde haría escala final hacia mi destino, pero el primer paso es llegar ahí.
A las 3:30pm ya había salido de mi jornada laboral y como era usual me fui hacia la parada de buses a pocos 450mts de donde estaba mi trabajo. Cuando salí, el cielo advertía un literal baldazo pero en ese entonces apenas una leve lluvia molestaba lo suficientemente como para sacar el paraguas. En pocos minutos eso cambiaría.
Una vez en la "parada de bus" (entiéndase un rótulo con esa leyenda, en plena acera y sin nada más) por techo lo único que se asemejaba era un par de cipreses que lejos de dar comodidad prometían una segura muerte por electrocución cuando empezara la tormenta eléctrica.
Por dicha no fue así, pero el baldazo y el ventolero fue tal que tener paraguas simplemente no aportaba nada, hubiera dado igual tirarme en una piscina que esperar el bus.
Ya faltaba poco, los 4 gatos que estábamos en la parada veíamos el bus acercarse y estábamos listos para abordarlo y que terminara la hidroterapia que teníamos unos 15 minutos de estar recibiendo sin costo adicional.
Se abre la puerta y entre empujones y majones entramos a como diera lugar en el bus que ya no traía espacio disponible, incluso el pasillo estaba abarrotado de otros viajeros.
-Hagaseme pa'atrás por favor, doble filita por favor ahí atrás...
Me pregunto si el chofer simplemente repetía eso cada vez que la fila de personas llegaban al frente de la cabina sin dar espacio suficiente para que pudiera cobrar.
¿¡A donde pretendía que nos metiéramos!? ¿Más atrás? ¡No hay más atrás! una lata de sardinas era un piropo, uno escurriendo agua por todos lados y un vaho tibio que circulaba dentro del bus por culpa de las ventanas cerradas y la sobre población de pasajeros, pero no se podían abrir!! Hacerlo sólo permitiría más agua en la ya permeada cabina.
Ya el bus circulando me dí cuenta de algo trágico, entre todo lo concurrido del incidente olvidé verificar con el chofer para cual parada final iba, si al parque de la Merced o a la Coca-Cola. La otra forma era prestar atención algún rótulo al frente del bus pero la lluvia era tal que no lo logré. Lo único que esperaba era que ese bus llegara a la Coca-Cola.
-Hagaseme pa'atrás por favor, doble filita por favor ahí atrás...
Me pregunto si el chofer simplemente repetía eso cada vez que la fila de personas llegaban al frente de la cabina sin dar espacio suficiente para que pudiera cobrar.
Podrán imaginarse que no fue así, de lo contrario esta hubiera sido una anécdota muy monótona. El bus hizo su última parada a un costado del Hospital San Juan de Dios, lo que involucró que en media lluvia torrencial caminara unos 700 metros. Ya no me iba a mojar más, simplemente imposible dado que ya antes en la parada me había mojado lo suficiente como para inflarme como uno de esos dinosaurios de juguete que crecen cuando se dejan en agua.
Luego de haber cruzado la avenida central y caminar hasta la parada de Grecia llegué solo para darme cuenta que el bus se había ido hace escasos 5 minutos y el próximo saldría en unos 25. Al menos esta parada sí tenia techo y asientos por lo que la espera se hizo ligeramente más llevadera, a pesar que estaba empapado.
-₡100 por usar el baño muchacho. Ah sí, por usar el baño tengo que pagar... como si ser usuario de la línea de buses no fuera suficiente, (la tarifa en aquel entonces SJ-Grecia estaba como en ₡850). Terminé pagando a regañadientes pues la lluvia y la ropa empapada no colaboraba con la vejiga a punto de colapsar.
Ya el bus había abierto las puertas y todos los que esperaban pasaron adentro. Lo único que me separaba de ropas secas y alguna bebida caliente para compensar la inminente gripe eran 44km que se tradujeron en hora y media debido a la congestión vehicular.
Ya en Grecia, y luego de tolerar un viaje animado por un DJ que decidió poner Reggaeton con el altavoz del teléfono estaba a 600 mts de mi casa, pero la lluvia continuaba. -Taxi! Le grité al chofer al otro lado de la calle, me esperó y aborde el carro. Le dí las indicaciones de la dirección y me hace mala cara porque es "una carrera muy corta". A mí que me importa si son 100mts! la tarifa mínima es un kilómetro igual se lo voy a tener que pagar! Ahora quien estaba a regañadientes era el taxista, pero francamente poco me importaba, está dando un servicio concesionado por el estado y tiene que brindarlo sean 20km o 600mts.
Al fin había llegado a mi casa.